Comentario
Capítulo deziocho
De otro razonamiento que los mesmos hazían a los que ya otras vezes havían ido lexos a mercadear
También los mercaderes viejos hazían algunas exhortaciones a los mancebos que ivan a mercadear, que tenían ya experiencia de los caminos y trabajos. Con brevedad les hablavan de las cosas que se siguen. Dezíanles: "Mancebo que aquí estáis presente, no sois niño. Ya tenéis experiencia de los caminos y de los trabajos de caminar, y de los peligros que hay en este oficio de andar de pueblo en pueblo mercadeando, y ya havéis andado los caminos, y ya havéis andado por los pueblos donde agora queréis ir otra vez. No sabemos lo que sucederá; no sabemos si os veremos más, ni sabéis si nos veréis más. Por ventura allá se os acabará la vida en alguno de esos pueblos y de esos caminos. Acordaros heis, cualquiera cosa que os acontezca, de los avisos y lágrimas de nosotros vuestros padres que os amamos como a hijo. Deseamos merecer de gozar de vuestra buelta y de veros acá con salud y prosperidad. Agora, hijo, esforçaos y id en hora buena en vuestro camino. Bien sabemos que no os han de faltar trabajos, que el camino de suyo es trabajoso y fatigoso. Tened cuidado de los que van con vos; no los dexéis, ni desamparéis, ni os apartéis de su compañía; teneldos y trataldos como a hermanos menores; avisaldos en lo que han de hazer cuando llegardes a los descansaderos para que cojan heno y hagan asentaderos para que se asienten los más viejos. Ya hemos avisado a esos vuestros compañeros que no han ido otra vez a mercadear y andar esos caminos a que ahora vais, etc. Y por eso, no es menester alargarnos en palabras; esto, hijo mío, os hemos dicho con brevedad. Idos en paz a hazer vuestro oficio y esforçaos".
En haviendo acabado de hablar los viejos, el mancebo respondía brevemente, diziendo: "En merced tengo señores la consolación que se me ha dado sin ser yo digno de ella. Havéis hecho como padres y madres, y como si fuera salido de vuestras entrañas; havéis os desentrañado conmigo; havéisme dicho palabras sacadas del tesoro que tenéis guardado en vuestro coraçón, que son preciosas como oro, y piedras preciosas y plumas ricas. Y por tales las recibo y estimo; no me olvidaré de estas palabras tan preciosas; en mi coraçón y mis entrañas yo las llevaré atesoradas. Lo que os ruego es que en mi ausencia no haya falta en mi casa de quien barra y haga. fuego; en ella queda mi padre, o madre, o mi hermana, o mi tía. Ruégoos que tengáis cargo de favorecerlos para que nadie les haga algún agravio. Y si nuestro señor tuviere por bien de acabar mi vida en este camino, lo dicho, y con esto voy consolado, cualquiera cosa que acontezca". Acabadas estas palabras, todos los que estavan presentes començavan a llorar, así hombres como mugeres, despediéndose el que se partía, y después comían y bevían todos.